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La conservación de las praderas requiere un enfoque disciplinario y a diferentes actores involucrados (comunidad científica, ciudadanos y gestores públicos y políticos), para abordar los desafíos ambientales, sociales y económicos que enfrentan estos ecosistemas. Todos tenemos un papel fundamental que desempeñar en la comprensión de estos problemas y en el desarrollo de soluciones efectivas para proteger y conservar este valioso patrimonio submarino del Mediterráneo. 

Hablamos con María Rubio, técnica superior de actividades técnicas y profesionales del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), integrado por el CSIC y la UIB e integrante del equipo IMEDEA que colabora con la Fundación Blue Life en el proyecto piloto de recuperación de la pradera de Posidonia de Puig des Molins en Ibiza.


¿Qué supone la Posidonia para el Mediterráneo? 

  La Posidonia oceanica es un componente esencial del ecosistema mediterráneo, ya que forma praderas submarinas de grandes extensiones, donde viven numerosos organismos y además, desempeñan servicios ecosistémicos de vital importancia para esta región. Su presencia es clave para mantener la salud y equilibrio de este ecosistema acuático. Los servicios que presta este relevante hábitat son:

– Función ecológica clave: Estas praderas sumergidas actúan como hábitat y proporcionan un entorno seguro para la reproducción, alimentación y refugio de una gran variedad de especies marinas (peces, moluscos, crustáceos y algas), contribuyendo a la biodiversidad del Mediterráneo. Muchas de estas especies son de interés pesquero y comercial. La presencia de las praderas aumenta, por tanto, la abundancia de estas especies, lo que a su vez sustenta las capturas pesqueras y la actividad comercial relacionada, contribuyendo, significativamente, a la economía de las regiones costeras del Mediterráneo. La pesca en áreas cercanas a las praderas de posidonia es una fuente importante de ingresos para pescadores locales y empresas pesqueras, contribuyendo así a la economía regional.

– Protección de nuestras costas: Las praderas actúan como arrecifes barreras. Sus densas raíces y hojas ayudan a estabilizar el fondo marino y disipan la fuerza del oleaje que llega a la costa. Además, durante todo el año, restos de hojas, rizomas y raíces se acumulan en las orillas de las costas mediterráneas. Su conservación es muy importante, ya que estos acúmulos evitan la erosión y la pérdida de arena, manteniéndose así la estructura costera. Esta función protectora es especialmente importante en zonas más vulnerables a la erosión y la degradación costera y en época de temporales. 

– Sumidero de carbono: las praderas de posidonia tienen la capacidad de absorber el dióxido de carbono disuelto en el agua y convertirlo en materia orgánica como producto de la fotosíntesis. Esta capacidad supera incluso la de los bosques tropicales. El dióxido de carbono queda así almacenado en el sustrato, entre sus raíces, y puede permanecer ahí durante cientos de años ayudando, de este modo, a mitigar los efectos negativos del efecto invernadero derivado del cambio climático.

– Producción de arena: las praderas son grandes productores de arena. Una gran parte de los organismos asociados a las praderas, epífitos, poseen esqueletos carbonatados que se fragmentan junto a las hojas que habitan cuando estas mueren y caen. También otros organismos asociados a la pradera, con conchas o caparazones calcáreos, pasan a formar parte de la arena al morir y fragmentarse.

– Oxigenación del agua: Esta planta marina tiene una tasa alta de producción primaria, por lo que la producción de oxígeno también es elevada.  Las praderas de Posidonia oceánica oxigenan la columna de agua y ayudan a evitar episodios de hipoxia (falta de oxígeno) que se estima que sean cada vez más frecuentes con el cambio global.

– Reclamo turístico: Las praderas también tienen un valor económico y social significativo. Son destinos populares para actividades recreativas como el buceo, snorkel, kayak, entre numerosos otros. Además, la capacidad que tienen para retener sedimento y partículas en suspensión hacen que las aguas del mediterráneo tengan esa transparencia incomparable que atrae a tantos turistas. 

¿Cuáles son los retos y oportunidades que afronta la ciencia los próximos años para conservarla?

Las praderas de Posidonia presentan una serie de desafíos y oportunidades para la comunidad científica en los próximos años:

– Mitigar los efectos negativos del impacto humano: una de las mayores amenazas para la Posidonia son las actividades antrópicas. Los vertidos al mar, el fondeo ilegal, la pesca destructiva y las emisiones de CO₂ causan daños directos e indirectos a las praderas. Debemos seguir centrándonos en comprender mejor cómo estas actividades afectan a la posidonia y desarrollar estrategias para mitigar el impacto tan negativo que ocasionan.

– Conocer los efectos del cambio climático: El aumento de la temperatura del agua, la acidificación de los océanos y los eventos climáticos extremos pueden afectar negativamente a la salud y supervivencia de estos ecosistemas. Tener el conocimiento de cómo estos cambios afectan a las praderas de posidonia y desarrollar medidas de adaptación para ayudarlas a sobrevivir en un clima cambiante, es fundamental para que perduren en el tiempo.

– Restauración y conservación: Aunque, hasta hoy en día, se han realizado numerosos esfuerzos de conservación, muchas praderas de posidonia siguen estando amenazadas. La ciencia debe continuar investigando técnicas de restauración efectivas para ayudar a recuperar las áreas dañadas y promover la conservación de las praderas existentes. Esto puede implicar el plantado de plántulas y fragmentos, la rehabilitación de áreas degradadas y la implementación de áreas protegidas. Uno de los grandes proyectos de restauración en el que, desde IMEDEA, llevamos trabajando desde 2018 es El Bosque Marino de Red Eléctrica, una iniciativa pionera en el mediterráneo para restaurar dos hectáreas de pradera degradada ubicada en la bahía de Pollensa. Para llevar a cabo este proyecto, financiado por Red Eléctrica, el Govern Balear y el CSIC firmaron convenios y en el 2018 se inició la plantación con 12.800 fragmentos de posidonia mediante una técnica innovadora que incluye las fases de recolección de haces foliares procedentes de la fragmentación natural por la dinámica marina, la preparación de los ejemplares, el plantado y, finalmente, la posterior monitorización y seguimiento. A día de hoy, aunque aún es necesario más tiempo de monitoreo, tenemos muy buenos datos de la tasa de supervivencia, ya que supera el 90%.

– Monitoreo y gestión: Es fundamental para la conservación de Posidonia contar con un monitoreo continuo para evaluar el estado de salud de la pradera (tanto restauradas como naturales) y su distribución. La ciencia, además, puede desempeñar un papel clave en el desarrollo de herramientas y tecnologías de monitoreo, como la teledetección, los sistemas de información geográfica y los sensores submarinos, para evaluar el estado de las praderas y guiar la gestión efectiva de estos ecosistemas.

– Educación y sensibilización: Es clave aumentar la conciencia pública sobre la importancia de Posidonia oceanica y los problemas que enfrenta. La educación ambiental y la sensibilización son cruciales para involucrar a la comunidad en la conservación de estos ecosistemas y promover prácticas sostenibles en las áreas costeras. En IMEDEA llevamos a cabo el proyecto posidonia a l´aula(financiado por Red Eléctrica) que consiste en la entrega de acuarios con fragmentos vivos de posidonia a diferentes centros educativos donde los alumnos, bajo la supervisión de sus profesores, deben mantener en buenas condiciones el acuario.  Esta actividad de divulgación fomenta el conocimiento de la planta y la fauna asociada directamente en el entorno escolar.

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